martes, 5 de octubre de 2010

Como el pez que se muerde la cola eternamente

El problema de la desocupación preocupa, más si cabe, a los jóvenes españoles situados en un intervalo de edad que abarca desde los 16 a los 35 años. España sufre de paro estructural, pero en tiempos de crisis este se ve acentuado afectando también, con más fuerza que nunca, al sector de población más formada, causando paro coyuntural que mediante datos se refleja de la siguiente manera: la tasa de universitarios de entre 25 y 29 años en paro se ha duplicado desde 2008 siendo del 16.4%, y según la OCDE, el 44% de los jóvenes comprendidos entre este intervalo de edad, ejerce un trabajo que está por debajo de su nivel de estudios. Hoy en día acostumbro a pensar que el paro en España es indiscriminatorio, afecta a la población independientemente del grado de formación que esta tenga.


Los que no tienen trabajo buscan puestos donde ganar experiencia, cotizando, cobrando, sea como sea. Buscan poder colgarse la etiqueta de mileuristas. Los que tienen trabajo, buscan cambiar la etiqueta de eternos becarios o becados por jóvenes con experiencia para despedirse de la precariedad laboral. Y no es que no tengan experiencia, que probablemente una vez transcurridos varios años como becarios/as (sin cobrar, sin cotizar, trabajando por 300 euros al mes o cobrando 20 horas semanales por las más de 30 horas trabajadas) la tengan, es que a la hora de contratar personal, en muchos casos las empresas establecen que las palabras “becario” y “experiencia” no tienen nada que ver la una con la otra. Requieren personal con experiencia y por dicha razón, al contratar personal, lo hacen bajo la condición de becados.

Esto me lleva pensar lo siguiente: imagínese que usted, ingeniero/a industrial en busca de trabajo (algo más estable y remunerado que sus antiguos trabajos de becario) está haciendo una entrevista. El/la entrevistador/ra le comenta: “es que únicamente ha ejercido como becario/a…”. Bien, es un hecho, sólo he ejercido como becario/a. Pero si solo contratan a becarios que anteriormente han trabajado como becarios,  no pueden pretender pedir años de experiencia como trabajador no becario. Luego, si en el mundo laboral los conceptos “ becario” y “experiencia” no tienen nada que ver el uno con el otro, y si además todas las empresas acaban contratando a antiguos becarios como nuevos becados, el estudiante en cuestión no consigue ni estabilidad laboral, ni colgarse la etiqueta de mileurista, ni ganar ese tipo de experiencia que según las empresas es diferente al tipo de experiencia obtenida por trabajar siendo becario. Es como si el estudiante entrara en una especie de espiral sin salida, como si fuera el pez que se muerde la cola eternamente.


Cuando lo pienso, imagino que gran parte de la población joven formada, incluso sobrecualificada, con varias carreras universitarias, másteres y cursos en su haber, se debe sentir. Hoy en día estar formado ( o sobrecualificado) no asegura tener una vida estable que permita a los jóvenes independizarse, comprarse un piso, tener una familia, seguir siendo independientes y en suma, evolucionar. De ahí la frustración. Sienten que no evolucionan y eso genera desilusión y rabia por los años de dedicación, formación y por el dinero empleado que por momentos parece haber sido en balde. Muchos estudiantes comentan: “¿qué hay de todo el dinero que he dejado de ganar mientras me estaba formando? Se suponía que el coste de oportunidad de estudiar era dejar de ganar algo de dinero, para poder aspirar a un trabajo mejor. Ahora no consigo trabajo, sigo formándome porque aún me queda la esperanza de que la situación mejore. Pero no olvido que si puedo seguir estudiando es gracias a mis padres, que me ayudan todos los meses”.

Ante este problema muchos jóvenes se aventuran a probar suerte en el extranjero huyendo de la tasa de paro más alta de Europa. Un dato a tener en cuenta: España, con el 41.5%, encabeza el ránking de la tasa de desempleo europea de los jóvenes que aún no han alcanzado los 25 años. La media europea es de 20.2%.

Cuando se disponen cifras sobre el desempleo encima de la mesa, se aprecian  diferencias muy acentuadas entre España y nuestros vecinos europeos.