viernes, 11 de noviembre de 2011

Masacre entre miembros de la misma étnia: Los Huaonai

11.11.2011. Ecuador. 
Patricia López
 Un grupo de indígenas de la comunidad Tagaeri han sido brutalmente decapitados por miembros de la comunidad Tigüino en la reserva selvática de los Tagaeri (ver mapa), concretamente a orillas del río Tiwino que limita las provincias ecuatorianas de Pastaza con Orellana, según ha informado el dirigente de la Organización Nacional Huaorani de  la Amazonia Ecuatoriana (Onhae), Kiromo Boya. Una comisión formada por el gobernador, Antonio Ramírez Serrano; el fiscal; Gabriel Moratini del nido; y el jefe de la Policía de Pastaza, Vicente Asevedo Ruíz, intentó ingresar ayer en la zona para verificar el número de muertos que, según la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), ronda entre las 52 y 60 víctimas.

Indígenas Huaoranis. Fuente: travellersbook.net
Las empresas madereras, generadoras de tensión
Sería la primera vez que se da un enfrentamiento tan cruento entre miembros de la misma etnia, la Huaorani.  El presidente de la organización de la Nacionalidad Huaorani de la Amazonía Ecuatoriana (ONHAE), Armando Boya, responsabiliza de la masacre a las empresas madereras del sector, que estarían interesadas en ampliar su área de intervención forestal en la reserva de los Tagaeri. El interés de estas empresas choca con la declaración del parque como “Zona Intangible”, declaración por la cual la zona debe protegerse de cualquier actividad que pudiera alterar la biodiversidad de la zona.
Acércate a la cultura Huaorani

viernes, 20 de mayo de 2011

Sobre las salarios de los diputados y diputadas de la Generalitat

Hace dos meses, el gobierno de la Generalitat presidido por Artur Mas, decidió posponer la presentación de los Presupuestos de la Generalitat hasta después de las elecciones municipales. La Ley de presupuestos viene a ser la cantidad de dinero del que dispone el Parlamento para pasar el año. A partir de esta cantidad se financia el gasto público, es decir: se paga el sueldo de los funcionarios y se invierte en servicios y patrimonio público, entre otras inversiones. Según el gobierno de Mas, Cataluña no ha aprobado la Ley de Presupuestos del año 2011 porque el gobierno estatal no ha aprobado el plan de viabilidad de la Generalitat, hecho que impide hacer la previsión de los ingresos del Parlamento de Cataluña y en suma, paraliza la Ley de Presupuestos.
Muestro escepticismo hacia este argumento, porque si el Gobierno dependiera exclusivamente del “sí” al mencionado plan de viabilidad, Mas no aplazaría la presentación de los Presupuestos hasta una vez finalizadas las elecciones municipales, lo haría dependiendo de la fecha de aprobación del plan de viabilidad. En otras palabras, el Gobierno es consciente de que si aplica el recorte del 10% del presupuesto de la Generalitat antes de las elecciones municipales, parte la población que votó a CiU en las elecciones autonómicas estará desencantada, y esto hace temblar las piernas a los alcaldes y candidatos a la alcaldía de Convergència i Unió, puesto que podrían perder poder en los ayuntamientos.

Como alternativa a la Ley de Presupuestos de 2011, se ha prorrogado la vigencia de la ley presupuestaria del año 2010. Unos de los puntos de la ley que es sujeto a ser debatido, sobre todo en tiempo de recortes, son las retribuciones de los diputados del Parlamento. Tras las elecciones a la Generalitat se publicaron los salarios de los diputados, que escandalizan a todo aquel que desconocía estas retribuciones e indigna al ciudadano que apenas recibe el supuesto salario medio de 21.500€ brutos anuales. Un apunte: si multiplica este sueldo por tres, empezará a hacerse una idea del salario los diputados de la Generalitat que menos cobran, siendo de entre 67.183 y 75.990 € brutos anuales, lo que supone unos 6000€ mensuales. En cuanto al sueldo de la Presidenta del Parlamento, Núria de Gisbert,  es la que mejor sale parada de la repartición de salarios: recibe, cada mes, entre 12.635 y 13.369€ brutos.
La Ley de presupuestos, supuestamente, establece un sistema de control político-jurídico del poder legislativo, el Parlamento, y el poder ejecutivo, el Gobierno de Mas. Esto, desde un punto de vista formal. Pero en la práctica no es así porque ambos poderes van en consonancia y la separación entre ejecutivo y legislativo es bastante difusa. En los sistemas parlamentarios, donde hay una fuerte disciplina de partido, el electorado vota la formación del Parlamento y, tras las elecciones, los diputados votan al presidente del país o autonomía, que acaba siendo o bien el líder del partido que más diputados ha conseguido, o bien el líder de una coalición de fuerzas políticas, como sucedió con el tripartito. Si un gobierno que tiene mucho poder en el Parlamento, el Gobierno aprobará o no aquello que quiera y velará por los intereses que siga su partido. CiU tiene 62 escaños, tiene margen para decidir como aplicará los recortes y en este sentido seguramente tendrá el apoyo del PP. Si usted es un defensor de los servicios públicos básicos, la situación se plantea como muy grave. Primero, porque durante el tiempo en que no hay presupuestos, no se cubren las vacantes necesarias por el funcionamiento adecuado de los servicios públicos, como son la sanidad y la educación. Segundo, porque con la hegemonía de CiU en el Parlamento y el previsible apoyo del PP a la recortes como medida para reducir el déficit, dar confianza a los mercados europeos y salir de la crisis, todo parece indicar que los presupuestos no reducirán la carencia de servicios públicos básicos, al contrario, se incrementará. Con todo, cuando se trata de las retribuciones de los diputados, a buen seguro que los salarios no se verán demasiado afectados. Hasta ahora se han pagado servicios prescindibles o se han sobre pagado trabajos innecesarios, desde el uso de coches oficiales hasta los pluses por desplazamientos de los diputados que asisten a reuniones en mismo municipio donde viven. Por ejemplo, ¿es necesario pagar más de 21.000€ cada año, a un diputado que vive en Girona para que vaya a Barcelona a cumplir con su jornada laboral? ¿Hay que viajar en primera clase cuando es evidente que los viajes de clase turista llegaran al mismo destino y a la misma hora que el viajero de primera? No hace falta, pero sobre todo es innecesario cuando los pluses por desplazamiento provienen del dinero público.
 

         
                      "Democracia Real Ya! No somos mercancía en manos de políticos y banqueros.                         Fotografia de Claudio Álvarez.
En el contexto actual de paro, que desfavorece al 21% de la población y al 40% de la población joven, en un momento en que la mayoría de la población que trabaja tiene el sueldo congelado desde hace años, han reducido los salarios o han dejado de cobrar porque la empresa donde trabaja se ha declarado en concurso de acreedores, es comprensible la crispación social que justo hace 6 días la población empezó a exteriorizar. Las protestas son naturales porque a la vez que se están planificando los recortes en los servicios públicos fundamentales, la población echa un vistazo con indignación a las retribuciones de los diputados y en el momento en que lo hace, todo ello parece muy injusto. 

jueves, 5 de mayo de 2011

Justicia, justificaciones y apología tras la muerte de Osama bin Laden

Para EE.UU, capturar vivo o muerto de Osaba Bin Laden ha sido una cuenta pendiente desde el desastre del 11-S. Hay quienes se preguntan: ¿por qué ahora? Mi  inexperta opinión dice que la muerte de Osama se ha llevado a cabo cuando el gabinete de seguridad nacional lo ha creído conveniente y que si dicho gabinete lo hubiera creído oportuno hace, por ejemplo,  3 años, la operación se hubiera ejecutado entonces. Dicho de otro modo, creo la fecha en que se produjo la operación no se escogió por razones de propaganda, aunque cabe mencionar que sin lugar a dudas, la muerte de Osama bin Laden es una victoria propagandística para el presidente de EE.UU, Barak Obama. La muerte de Bin Laden pone punto y final a uno de los capítulos del manual que explica la lucha estadounidense contra el terrorismo internacional, uno de los principales asuntos de la política exterior de dicho país. Punto y aparte porque aunque Osama ha muerto, no lo ha hecho ni Al Qaeda ni el terrorismo internacional.  Es, por lo tanto,  una muerte simbólica que a mi modo de ver no hace del mundo un lugar más seguro, porque el mundo, sus gentes, continúan en peligro mientras exista el terrorismo.

Prueba de que durante la última década encontrar al fundador y líder de Al Qaeda ha sido un punto relevante de la política exterior de EE.UU, es que cuando en el 2009 el gobierno de Obama ideó la estrategia para combatir el terrorismo, varios de los puntos señalados fueron: en primer lugar, derrotar a Al Qaeda; en segundo lugar,  el informe establecía que bin Laden se encontraba casi con toda certeza en las zonas montañosas de Pakistan; en tercer lugar, Obama apuntó que EE.UU actuaria cuanto tuvieran inteligencia sobre terroristas de alto nivel. Podemos concluir que en suma dichas cuestiones discurrían hacia una única vertiente: encontrar y capturar a Osama bin Laden.
Para seguir la pista al líder del grupo terrorista más peligroso del mundo se han llevado a cabo numerosos interrogatorios a presos de la prisión de Guantánamo, así como en otros presidios secretos controlados por la CIA en Polonia y Rumanía. Debo partir de la idea de que muchos de los presos no han sido juzgados y que, solo en Guantánamo al menos 160 reclusos o no tenían ningún vínculo con Al Qaeda y eran inocentes, o eran poco peligrosos, según los documentos del Departamentos de Defensa de EE.UU filtrados por WikiLeaks. Unas declaraciones del preso y supuesto cerebro de los ataques del 11-S,  Khalid Sheik Mohamed,  sirvieron al gobierno de EE.UU para encontrar al fundador de Al Qaeda. Únicamente un afiliado al grupo terrorista tendría información sobre el paradero del líder de la organización, por lo que, imagino, el preso estaba asociado al grupo yihadista. Hasta aquí bien. Pero la concepción del “todo bien” quizás cambie al saber que el preso fue torturado con el método del waterboarding (tortura de tortura que consiste en hacer sentir a una persona inmovilizada que se está ahogando) para que proporcionara información. Así pues, no es ni ética ni moral la obtención de información mediante la tortura de un preso o testigo. Y siendo inmoral y no ético, el uso de la tortura para conseguir los fines mencionados tampoco es legítimo puesto que la tortura es ilegal.

He estado a punto de de añadir otra definición a la palabra legítimo: justo. ¿Es justo el uso de la violencia contra un miembro de Al Qaeda para localizar a bin Laden? ¿Sería menos justo si la violencia se ejerciera sobre una persona inocente y no relacionada con ningún grupo terrorista? Respondo a la primera pregunta a ciegas, sin conocimiento alguno en el campo de las leyes: Al Qaeda ha cometido numerosos crímenes, por lo tanto, considero que si se demuestra la  culpabilidad y la implicación del preso en actividades terroristas y el recluso tiene en su haber información importante que ayuda a debilitar a Al Qaeda, la información y el método de obtención de la misma mediante la violencia es un método justo, conforme a la equidad, porque dicho preso ha participado en el asesinato de seres humanos inocentes.  No puedo evitar avergonzarme al justificar la tortura como un método justo, porque sé que la violencia de estado es un procedimiento ilícito, ilegal, indebido e inmoral dado que actúa en contra de la integridad de los seres humanos.  He aquí mi dilema: el uso de la violencia es una conducta injusta porque no obra conforme a la moral, pero 5 líneas atrás la he calificado como justa, porque va conforme a la equidad siempre y cuando esté demostrada la implicación del recluso en atentados terroristas. Parece que lo único que he sacado en claro de todo este asunto es que tengo un conflicto conmigo misma.
Respondiendo a la segunda cuestión, de ningún modo es legítimo el uso de la violencia de estado contra aquellas personas inocentes, así como presos que no han sido juzgados. Y aún más, no es legítimo encarcelar a alguien sin previo juicio.

Se da la violencia de estado cuando un gobierno ordena a una organización, apoyada o financiada por la misma institución gubernamental, el uso de la violencia contra una persona o colectivo. Se atenta, por lo tanto, contra los Derechos Humanos Universales por orden del ejecutivo. Al pensar en el asesinato de Osama bin Laden y en las torturas sufridas por los presos, inevitablemente me vienen a la cabeza los asesinatos de 23 personas vinculadas al grupo terrorista ETA de la mano del GAL (Grupos Antiterroristas de Liberación), por orden del gobierno de Felipe González. Aquello ha sido calificado como terrorismo de estado y ni lo dudo ni debo cuestionar esta definición. Sin embargo, la muerte de bin Laden a manos de un comando de las fuerzas especiales estadounidenses se entiende como justa. ¿Está justificado el asesinato de Osama? ¿La justificación del asesinato de un terrorista depende del número de víctimas y daños que haya provocado? Si algún día consigo  formular una respuesta con fundamentos prometo compartirla en este blog.

domingo, 16 de enero de 2011

Fin del régimen de Ben Ali

Tras 23 años en el poder, el ya ex presidente de la república de Túnez,  Zine el Abidine Ben Ali, se ha visto obligado a huir del país debido a la crisis política que el estado está atravesando desde el pasado 17 de diciembre.

Hablamos de un ex presidente elegido democráticamente, que repetía mandato legislatura tras legislatura y cuyos resultados electorales le concedían una amplia y clara victoria, con más del 90% de los votos a su favor. Pero al parecer, lo que no está tan claro es la fiabilidad de los resultados. Por un lado, el partido de la oposición ha declarado en numerosas ocasiones que los recuentos electorales eran fraudulentos. Por otro lado,  resulta difícil pensar que gran parte de la población diera apoyo a un dirigente que en más de veinte años de mandato no ha garantizado una vida digna al pueblo tunecino: pese a que se trata de un régimen democrático no había libertad individual ni de expresión, el paro ronda el 13% y el coste de vida es muy alto en relación a los reducidos salarios. En otras palabras, las condiciones de vida de las tunecinas y tunecinos  son muy precarias. 

Túnez es uno de los países más ricos de la pobre África, aparentemente aperturista al mundo y cuyo sector del turismo genera una gran tasa de empleo y beneficia enormemente al país. Pero el ex gobierno tunecino ha estado formado  por una oligárquica corrupta. Si a la difícil situación de vida de la población le sumamos  la corrupción política, no resulta complicado entender la crispación social.  
La peor parte la están viviendo los jóvenes, muchos de ellos con estudios superiores pero sin esperanza al no conseguir un empleo que más o menos vaya acorde con su formación. Fue precisamente éste el desencadenante de las protestas: después de que la policía requisara el carro donde llevaba fruta para vender, el joven licenciado Mohamed Bouaziz, decidió inmolarse fruto de la impotencia que sentía.  Las protestas consecuentes  intentaron ser silenciadas mediante la censura, el toque de queda y el estado de alarma, pero la dura represión policial, que ya se ha cobrado al menos 60 vidas, no hizo más que revelar la situación política y social de Túnez al mundo. Un claro ejemplo son las protestas que están llevando a cabo los israelíes contra su gobierno desde hace un día.

     "Tengo un sueño, Túnez libre". Así reza la pancarta de un manifestante contra el ex presidente
Ben Ali, en la ciudad de Túnez a fecha de el 14 de enero. El pais
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No pongo en duda la gravedad de la situación, y prueba de ello es la huida de Ben Ali. Un político que lleva 23 años en el poder no dimite así como así y de un día para otro. Pocos podían esperar su abandono del país cuando tan sólo un día antes, se refería a la población,en árabe dialectal, la lengua popular de los tunecinos y tunecinas,  para comunicarles que no optaría a la reelección en 2014, que volvía a restaurarse la libertad de prensa y que ordenaba a las fuerzas de seguridad no reprimir más a la población. Ayer, casi un mes después del inicio de las revueltas, la situación parecía apaciguarse: la población volvía  a salir a la calle, algunos para celebrar el comunicado del entonces presidente y otros para pedir su dimisión. En cuestión de tres horas, el orden dio un giro de 180º: la policía volvió a reprimir a los manifestantes y hacia las 18:30 se comunicaba la huida de Ben Ali. Se volvía a decretar el estado de emergencia (mediante el cual se suspenden algunos derechos constitucionales como la libertad de reunión y de tránsito), se cerraba el tráfico aéreo, el ejército tenía el control de la capital y se nombraba al presidente del parlamento, Fued Mebaza, presidente interino de Túnez. Mebaza prometió restablecer el orden en el país, formar un gobierno de coalición con la oposición y celebrar elecciones a la presidencia en un periodo máximo de 6 meses.

Algunas diplomacias europeas, como Alemania e Inglaterra, están trabajando para la evacuación de sus ciudadanos y el gobierno español, aunque en un principio comunicó que no lo haría, está replanteando la opción de traer de vuelta a la población española que se encuentre en el país. Por su parte, el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, no ha dado asilo al ex presidente tuniciano, aunque lo cierto es que, hasta hace unos días, ambos mandatarios mantenían una buena relación.

En cuanto a la respuesta de pueblo, es difícil predecirla. Actualmente Túnez se encuentra en estado de excepción, por lo que no se puede apreciar del todo cuál es la situación. Por el momento, algunos protestantes han decidido salir a la calle pese a la restricción de los derechos constitucionales, es decir, pese a que las Fuerzas Armadas tienen “derecho” a disparar a quienes no cumplan el estado de emergencia. Pero estén o no en sus casas, estén asustando o no, las tunecinas y los tunecinos quieren despedir por fin a un férreo y caduco gobierno para empezar el complicado y anhelado camino hacia la democracia. 

Mientras tanto, Zine el Abidine Ben Ali, un presidente admirado durante sus primeros años de mandato y que ha acabado siendo tachado de tirano, y su familia se encuentran en Arabia Saudí. No puedo evitar formular una imagen en mi cabeza del mandatario, viviendo acomodadamente gracias al dinero corrupto que ha usurpado a un pueblo que ha estado y sigue estando, a pan y agua.

miércoles, 5 de enero de 2011

Balance del 2010

A la hora de realizar un balance del 2010, me sorprendo al pensar que los primeros hechos que me vienen a la cabeza son éxitos. Me refiero a los sucesos que nos han hecho olvidar la otra cara de la moneda, las malas noticias del 2010. A saber: el triunfo de la Selección Española en el Campeonato del Mundo de fútbol, el Nobel de Literatura para Vargas Llosa y aún más, su discurso Elogio de la lectura y la ficción, el año en que Nadal volvió a lo más alto en el mundo del tenis y logró el Grand Slam en la carrera al haber ganado el Abierto de Estados Unidos, el último Grand Slam pendiente de conquistar por el tenista. También me ha venido a la cabeza la aprobación de la Reforma Sanitaria de Obama, cuyo objetivo es garantizar cobertura médica a los estadounidenses, regular los gastos de sanidad y prohibir que las aseguradoras rechacen dar cobertura sanitaria a personas que ya padecen enfermedades. Con la aprobación de la reforma, Obama ha entrado en la historia de un país cuyo sistema de sanidad pública cubría únicamente las necesidades médicas del sector poblacional más pobre, de ancianos, discapacitados,  funcionarios del gobierno y de veteranos militares. Por esta razón me pesa tener que decir que, a día de hoy, los republicanos tienen pretensión de revocar dicha reforma.
Otra de las noticias más destacadas a nivel mundial y que tiene EE.UU como protagonista ha sido la filtración de WikiLeaks: la publicación de 250.000 cables o documentos confidenciales de la diplomacia estadounidense en dicha página Web, que revela las actividades y política exterior de EE.UU. Nunca antes se había visto una filtración de tal medida y repercusión internacional, por lo que es considerada la mayor filtración de la historia.  El fundador de la Web, Julian Assange ha estado en búsqueda y captura, en prisión y está amenazado de muerte. La filtración de documentos confidenciales de un país que hasta ahora era el paradigma de seguridad y militarismo ha puesto en duda el sistema de seguridad de EE.UU. Si más no, mediante los cables publicados se ha puesto de referencia que el ejército estadounidense evitó investigar las violaciones de los Derechos Humanos (asesinatos y torturas) llevadas a cabo por las Fuerzas Armadas iraquíes hacia la población iraquí.

Pero volviendo a los éxitos deportivos de España, creo que estos han evadido muchas mentes de los problemas que han ido acaeciendo desde hace ya tres años y que afectan a nuestra sociedad de hoy y de mañana. Se trata de la crisis económica, de la que nada puedo decir que no sepáis ya. Me cuesta imaginar que durante la final de la copa del mundo algún/a español/a que estuviera viendo o escuchando el partido, pensara en el paro, en la poca confianza que depositan los mercados internacionales en España, o en el recorte de derechos sociales y laborales consecuentes. También creo que en los posteriores días pensaron en las consecuencias de la crisis con menor frecuencia con la que lo hacían antes de que comenzara el Mundial de fútbol. Tal vez mi cabeza escapó de los problemas porque soy más ignorante y en consecuencia más feliz de lo que hasta ahora he admitido, tal vez soy una mente fácil de evadir y quizás despreocupada, pero mientras veía o escuchaba las finales de Nadal, Pau Gasol y la Selección de fútbol, debo admitir que no me ha pasado por la cabeza ninguna mala noticia, a excepción de un penalti en contra o del adversario que cogía ventaja durante algún momento del partido.
Por otro lado, durante unos días los medios de comunicación dedicaron más tiempo a hablar de dichos éxitos del deporte español que a hablar sobre la bolsa, la prima de riesgo o las reformas de las pensiones. Informar sobre una nueva noticia conlleva dejar de informar, o dedicar menos tiempo a hablar, sobre otro hecho ( claros ejemplos son la crisis política de Costa de Marfil, los conflictos entre etnias en el Congo donde se están llevando a cabo violaciones de los Derechos Humanos o la misma crisis ). Esta es una prueba de la importancia del deporte en nuestra sociedad, pues si a la hora de jerarquizar las noticias los medios dieron mucho “bombo” a los éxitos deportivos, es porque los telespectadores y oyentes necesitan recibir buenas noticias que amortigüen las malas, hecho que posiblemente vaya de la mano de un aumento de la audiencia o share. Y precisamente por esta razón, la probabilidad de que pensemos acerca de los problemas se reduce.

Hablando de medios de comunicación, y para acabar con el (a grandes rasgos) balance del año, aprovecho la ocasión para mencionar el cierre de CNN+, anunciado el 13 de diciembre y finalmente cerrado el 28 del diciembre, tras 11 años de emisión ininterrumpida de noticias. Me entristece formar parte de un país donde se cierra un medio de comunicación para dar lugar a la propagación de realities shows. Desde mi humilde opinión, CNN+ ha sido un medio comunicativo único en cuanto a información íntegra y honestidad crítica, y con su cierre se pone punto final a una era. Lo que me entristece es que se haga desaparecer lo inaudito y fiel a cambio de retransmitir programas habituales, repetitivos, ordinarios, y corrientes en nuestra sociedad. Como no podía ser de otra manera, dado el elevado endeudamiento de Prisa, ésta ha sido una de las consecuencias de la venta de Cuatro (canal de Prisa) a Telecinco. Así pues,  se deja de emitir noticias las 24h del día, para televisar Gran Hermano 24h. Me entristece e inevitablemente me enrabia. No pido el cierre de Telecinco, pues también es un medio de comunicación. Lo que defiendo es que no se cierre CNN+, que no nos priven de lo que nos gusta.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Historias del genocidio de Ruanda

El periodista y escritor francés, Jean Hatzfeld crea en Una temporada de machetes un testimonio periodístico en toda regla. Da una información única y hasta el momento de su publicación, desconocida: narra cómo vivieron el genocidio un grupo de 12 hutus que participaron activamente en él. Creo que la novela marcó en Hatzfeld un antes y un después en la cobertura informativa acerca del genocidio hutu y en su carrera. Es una obra de referencia en la cobertura informativa del genocidio porque, al lograr un permiso para citarse con los martirizadores y entrevistarlos, el libro se convierte en una fuente de primera mano sobre el conflicto, que al leerlo hace abrir los ojos al mundo. Dicho de otra manera, nada ni nadie puede explicar mejor el genocidio de Ruanda como los testimonios de las matanzas recogidas por el cronista en este libro. 

Por otro lado, en una entrevista con el diario El País, Jean Hatzfeld declaró: "Nadie está a salvo de la barbarie". Las declaraciones de los verdugos hicieron que Hatzfeld reflexionara sobre los límites de la humanidad: sobre la debilidad del hombre, nuestra fragilidad, sobre que en momentos extremos no sabemos cuál va a ser nuestra respuesta, cómo va a actuar. Su obra incita a la reflexión. Por esta razón, creo que su crónica supuso un antes y un después en su carrera.


De abril a julio de 1994 se llevó a cabo una matanza metódica y organizada en Ruanda, cuyas víctimas fueron 800.000 ruandeses pertenecientes a la etnia tutsi y cuyos verdugos pertenecían a la etnia hutu. Este es el punto de partida de Una temporada de machetes. La crónica explica, con la mayor veracidad posible qué sucedió durante aquellos 100 días de persecuciones, fustigaciones y asesinatos. Y Hatzfeld lo hace de principio a fin, mediante numerosas entrevistas con los victimarios en la prisión de Rilma, situada en  sur de Ruanda. Podemos “escuchar” la voz de los presos y las reflexiones del autor al respecto.
La crónica se estructura por capítulos, donde están reproducidas literalmente las entrevistas del grupo de reclusos, que cuentan cómo era la organización de las matanzas, la primera vez que mataron a un tutsi, su aprendizaje, el papel de las mujeres durante el genocidio, cómo eran las matanzas y qué hacían cuando no estaban persiguiendo a tutsis. 
El cronista también hace su propia valoración acerca de las entrevistas y los entrevistados. Hatzfeld escribió, por ejemplo, sobre la desconfianza que sintieron en primera instancia aunque algunos fueron liberándose progresivamente de ese escepticismo por explicar qué sucedió.
Hatzfeld no critica a los presos, no enjuicia sus actos, pero sí la actitud que muestran los reclusos durante las entrevistas, permitiendo al lector advertir los rasgos de personalidad de los mismos. La información nos llega de la manera más directa posible, como si los verdugos contaran sus vivencias durante las matanzas a nosotros y no a Hatzfeld, de modo que se excluyen intermediarios. Lo mismo ocurre cuando interviene el autor: explica a los lectores sus percepciones. La información textual de los presos, la información complementaria de Hatzfeld y sus valoraciones, hacen que la obra tome condición de crónica.

Todos los martirizadores establecieron que la organización era simple. Pancrace es uno de los  presos que pone de referencia la sencillez organizativa: “Nos concentrábamos en el campo de fútbol. La norma número uno era matar. Norma número dos no había. Era una organización sin complicaciones” y declaró también “el día 11 de abril el concejal nos dijo que desde aquel momento teníamos que dedicarnos sólo a matar tutsis sin excepción”. Mataban todos los días, de 8 de la mañana a 3 de la tarde (resultó inevitable relacionar dicho horario con las jornadas laborales a las que estamos acostumbrados, por ejemplo, en Europa). No había jornada de descanso. Para ellos se trataba de un trabajo, era una tarea rutinaria que debían ejercer porque, entre otras razones, su propia vida corría peligro de no hacerlo. La particularidad de rutinario se aprecia en las palabras de Ignace: matar hasta que sonaba el silbato final, a veces un disparo de fusil, siendo la única novedad de la jornada.  También se refirieron a las matanzas como “operaciones de caza”, en palabras de Alphonse.  

Las declaraciones en las que los presos explicaban la primera vez que mataron a un tutsi me causaron incredulidad y conmoción. Desde un principio, muchos lo explicaban con frialdad e indiferencia, razón por la que me pregunto acerca de cómo habría sido su pasado. Llego a la conclusión de que tal vez esa indiferencia se debe a otros conflictos anteriores, y que los hutus fueran en busca de venganza, no venganza hacia alguien en particular, sino en general y hacia la etnia tutsi: los asesinatos se efectuaron indiscriminadamente pero por motivos étnicos y por lo tanto discriminatorios.


En el caso de Pancrace, dejó entrever el temor al mirar a los ojos a su primera víctima en el momento en que la asesinó al testificar que “los ojos de los asesinados son una calamidad para el que los mira. Son el reproche del muerto”. Lo mismo ocurrió la primera vez que Jean Baptiste asesinó a un tutsi: “Di el primer tajo, cuando vi burbujear la sangre me sobresalté y retrocedí un paso. Luego nos acostumbramos a matar sin darle tantas vueltas”. 
La indiferencia y el cambio de idea hacia un tutsi que sentían los verdugos queda patente al leer unas declaraciones de Pio: “Tardé en darme cuenta de que había quitado la vida a uno de mi vecindario. Quiero decir que en el momento fatal no lo diferencié por lo que había sido, herí a una persona que ya no me era ni ínfima ni ajena. No era ya una persona corriente. Sí tenía rasgos parecidos a los de esa persona que conocía yo, pero nada me recordaba a ella. Era un reconocimiento sin conocimiento: tenía la vista y el pensamiento liados”.
Adalbert, en cambio, desde un primer momento no sintió ni miedo, ni lastima ni siquiera repulsión. Él no tenía “ningún sufrimiento personal en el barullo” y después de confesar haber matado a 2 niños declaró: “Era tan cómodo que casi daba gusto”.
El mismo pensamiento de Adalbert se fue contagiando entre el grupo. Ignace, por ejemplo, manifestó que estaban “demasiado calientes para pensar y luego demasiado acostumbrados. En el estado en el que estábamos no nos importaba pensar que andábamos rajando a nuestros vecinos. [...] Los llamábamos cucarachas. Hay que aplastarlos para librarse de ellos”. La naturalidad con la que parecían explicarlo choca. Declaraciones como: “al principio, (matar) era una actividad menos repetida que la de la siembra; nos alegraba la vida” o "cuanto más matábamos más nos engolosinábamos con matar", hacen pensar que preferían las matanzas a trabajar como agricultores como siempre habían hecho. Esto me llevo a pensar que eran seres  amorales, no distinguían lo que estaba bien de lo que no lo estaba. 
El mismo Pancrace, que temió ver los ojos de su víctima, declaró: "En las matanzas de esta categoría, matas a la vecina tutsi con la que oías la radio; o a tu hermana, que estaba casada con un tutsi. O, en el caso de algunos con mala suerte, a la propia esposa tutsi y a los niños, porque todo el mundo lo pide".

No es que considere que matar está justificado, pero no deja de llamar la atención cómo la población hutu quiso exterminar a la población tutsi, matando de manera sistemática y selectiva a sus vecinos. Mataban con ganas, les entretenía y era normal hacerlo, como quien se despierta, se acicala y se marcha a trabajar. No he detectado en ningún momento perplejidad o extrañeza por parte de los presos por deber de cumplir con la función de asesinar, de matar vidas.
La obra de Hatzfeld nos acerca a una realidad de difícil comprensión y ello me lleva a pensar, en último lugar, acerca del sentimiento de incomprensión de los verdugos. Creo que si en algún momento anhelaron comprensión o algún argumento que impugnara sus hechos, ése argumento lo encontraron en sus compañeros de matanza. Y quizá fuera esa empatía recíproca la que forjó  enlaces de amistad. Por ejemplo, en una ocasión Adalbert vino a decir que mataban porque a nadie le parecía mal.

En unas declaraciones de Jean Hatzfeld a la revista El Cultural, el autor confesó acerca de los martirizadores: "No son consciente de lo que hicieron. Por eso se dejaron fotografiar". Al leer esta declaración pensé, siempre desde la lejanía al no haber tratado con los verdugos como Hatzfeld hizo, que quizás sí eran conscientes de lo que hicieron, pero que lo que desconocían era la idea de barbarie que tenemos al informarnos de lo que sucedió en Ruanda en 1994. Esto me hizo pensar en nuestra hipocresía y en la de las diplomacias mundiales. Pues bien, ante nuestra mirada, la que nos hace calificar el genocidio como barbarie, transcurrió la matanza. ¿Somos cómplices del genocidio? Ya lo dijo Elie, un ex policía hutu: “Todos cerraron los ojos a nuestras matanzas”. El mundo miró hacia otro lado para prestar atención a aquellas cuestiones que conciernen de manera directa únicamente al mundo desarrollado. Es cierto que no todos somos iguales y es cierto que es imposible serlo. Pero ello no puede pie a la indiferencia i a la permisividad internacional ante un problema que afectó a miles de personas. La situación económica, el tener o no la hegemonía no deberían importar cuando se están llevando a cabo violaciones de los Derechos Humanos. No hay que olvidar que los Derechos Humanos hacen referencia a la dignidad inherente de las personas, sin ningún tipo de distinción.

martes, 5 de octubre de 2010

Como el pez que se muerde la cola eternamente

El problema de la desocupación preocupa, más si cabe, a los jóvenes españoles situados en un intervalo de edad que abarca desde los 16 a los 35 años. España sufre de paro estructural, pero en tiempos de crisis este se ve acentuado afectando también, con más fuerza que nunca, al sector de población más formada, causando paro coyuntural que mediante datos se refleja de la siguiente manera: la tasa de universitarios de entre 25 y 29 años en paro se ha duplicado desde 2008 siendo del 16.4%, y según la OCDE, el 44% de los jóvenes comprendidos entre este intervalo de edad, ejerce un trabajo que está por debajo de su nivel de estudios. Hoy en día acostumbro a pensar que el paro en España es indiscriminatorio, afecta a la población independientemente del grado de formación que esta tenga.


Los que no tienen trabajo buscan puestos donde ganar experiencia, cotizando, cobrando, sea como sea. Buscan poder colgarse la etiqueta de mileuristas. Los que tienen trabajo, buscan cambiar la etiqueta de eternos becarios o becados por jóvenes con experiencia para despedirse de la precariedad laboral. Y no es que no tengan experiencia, que probablemente una vez transcurridos varios años como becarios/as (sin cobrar, sin cotizar, trabajando por 300 euros al mes o cobrando 20 horas semanales por las más de 30 horas trabajadas) la tengan, es que a la hora de contratar personal, en muchos casos las empresas establecen que las palabras “becario” y “experiencia” no tienen nada que ver la una con la otra. Requieren personal con experiencia y por dicha razón, al contratar personal, lo hacen bajo la condición de becados.

Esto me lleva pensar lo siguiente: imagínese que usted, ingeniero/a industrial en busca de trabajo (algo más estable y remunerado que sus antiguos trabajos de becario) está haciendo una entrevista. El/la entrevistador/ra le comenta: “es que únicamente ha ejercido como becario/a…”. Bien, es un hecho, sólo he ejercido como becario/a. Pero si solo contratan a becarios que anteriormente han trabajado como becarios,  no pueden pretender pedir años de experiencia como trabajador no becario. Luego, si en el mundo laboral los conceptos “ becario” y “experiencia” no tienen nada que ver el uno con el otro, y si además todas las empresas acaban contratando a antiguos becarios como nuevos becados, el estudiante en cuestión no consigue ni estabilidad laboral, ni colgarse la etiqueta de mileurista, ni ganar ese tipo de experiencia que según las empresas es diferente al tipo de experiencia obtenida por trabajar siendo becario. Es como si el estudiante entrara en una especie de espiral sin salida, como si fuera el pez que se muerde la cola eternamente.


Cuando lo pienso, imagino que gran parte de la población joven formada, incluso sobrecualificada, con varias carreras universitarias, másteres y cursos en su haber, se debe sentir. Hoy en día estar formado ( o sobrecualificado) no asegura tener una vida estable que permita a los jóvenes independizarse, comprarse un piso, tener una familia, seguir siendo independientes y en suma, evolucionar. De ahí la frustración. Sienten que no evolucionan y eso genera desilusión y rabia por los años de dedicación, formación y por el dinero empleado que por momentos parece haber sido en balde. Muchos estudiantes comentan: “¿qué hay de todo el dinero que he dejado de ganar mientras me estaba formando? Se suponía que el coste de oportunidad de estudiar era dejar de ganar algo de dinero, para poder aspirar a un trabajo mejor. Ahora no consigo trabajo, sigo formándome porque aún me queda la esperanza de que la situación mejore. Pero no olvido que si puedo seguir estudiando es gracias a mis padres, que me ayudan todos los meses”.

Ante este problema muchos jóvenes se aventuran a probar suerte en el extranjero huyendo de la tasa de paro más alta de Europa. Un dato a tener en cuenta: España, con el 41.5%, encabeza el ránking de la tasa de desempleo europea de los jóvenes que aún no han alcanzado los 25 años. La media europea es de 20.2%.

Cuando se disponen cifras sobre el desempleo encima de la mesa, se aprecian  diferencias muy acentuadas entre España y nuestros vecinos europeos.